Repasamos la última década de Instagram a través de los 10 cambios más destacados desde que fuera adquirida por Facebook, ahora Meta.
CONTENIDO
- > Cuando todas las fotos eran cuadradas
- > Cuando los Stories lo revolucionaron todo
- > Cuando el algoritmo sustituyó la cronología, y cuando la cronología se impuso de nuevo
- > Cuando se convirtió en una televisión
- > Cuando se convirtió en una app de mensajería
- > Cuando se incorporó la traducción instantánea
- > Cuando llegaron los anuncios
- > Cuando llegó finalmente la (aunque insuficiente) moderación
- > Cuando Instagram se profesionalizó
- > Cuando empezaron a vender nuestros datos sin nuestro consentimiento
El 9 de abril de 2012, Facebook hacía su compra más cuantiosa hasta la fecha. La compañía, ahora bajo el nombre de Meta, adquiría Instagram por 1.000 millones de dólares. La popular red social de fotos había nacido solo dos años antes y contaba ya con 30 millones de usuarios.
El lanzamiento de la app para Android y la posterior compra por parte de Facebook hicieron que, en cuestión de días, esos 30 millones pasaran a ser 40. Una década después, la plataforma de los influencers por excelencia cuenta con 1.393 millones de usuarios al mes.
Son estadísticas de The Small Business Blog, que concluye que los usuarios pasan una media de 30 minutos al día haciendo scroll por la plataforma. 500 millones de personas usan los Stories diariamente. Y el 81 % usa Instagram para buscar compañías, productos y servicios.
Y es que, en estos años, ha pasado de ser una simple plataforma donde compartir fotos con tus allegados a ser un lugar de trabajo; el portfolio de las artistas; el sitio para que los políticos y políticas hagan campaña; el espacio, incluso, para retransmitir una guerra en directo.
Instagram ha cambiado considerablemente desde que Kevin Seystrom y Mike Krieger se la vendieran a Mark Zuckerberg en 2012. Así ha sido su evolución.
1. Cuando todas las fotos eran cuadradas
Hubo un tiempo en el que Instagram estaba lleno de fotos cuadradas. Solo de fotos cuadradas. En verano de 2015, decíamos adiós a la relación de aspecto 1:1 para dar la bienvenida también a las imágenes verticales y horizontales de entre 1,91:1 y 4:5.
Aunque en el perfil de los usuarios las imágenes siguen apareciendo en forma de cuadrícula, llevamos años acostumbrados a ver las fotos de nuestros amigos y amigas y celebridades preferidas en todo tipo de tamaños diferentes.
Estamos igualmente habituadas a ver vídeos en el feed, pero es algo que no podía hacerse antes de junio de 2013, cuando Instagram añadió la funcionalidad. Poco antes, además, habían empezado a darnos la oportunidad de etiquetar a otros en nuestras fotos.
A principios de 2017 se sumó otro cambio (un cambio que, he de confesar, nunca he usado en mi cuenta personal). Las publicaciones en forma de carrusel llegaban para quedarse y ponerle las cosas más fáciles a aquellos que no se conforman con publicar una única foto.
Más recientemente, Instagram solucionó otro “problema”: el tener que compartir la misma publicación en dos cuentas diferentes cuando, en realidad, va a ser exactamente igual. Desde el pasado octubre, podemos invitar a otra usuaria como coautora de nuestros posts.
2. Cuando el algoritmo sustituyó la cronología, y cuando la cronología se impuso de nuevo
Una de las modificaciones más controvertidas fue la del dichoso algoritmo.
Hasta marzo de 2016, el contenido se mostraba en el feed de forma cronológica. Así, mientras hacías scroll hacia abajo, veías las fotos y vídeos de las personas que seguías en el orden inverso al que habían sido publicadas, siempre de las más nuevas a las más antiguas.
Todo cambió cuando Instagram decidió introducir un nuevo algoritmo que priorizaba otros elementos como el engagement. La plataforma daba prioridad al contenido de esos usuarios y usuarias que más comentabas, visitabas, compartías. Y así era cómo te perdías el único post que la vecina de tu pueblo publicaba cada tres meses.
Este cambio supuso un gran reto para los creadores de contenido, que desde entonces han tenido que ingeniárselas de mil maneras para seguir llegando a sus seguidoras. Los y las influencers, como podrás imaginar, no aplaudieron el cambio, pero, como dicen, estas eran las reglas del juego.
Seis años después, la cronología ha vuelto a Instagram. La plataforma añadía, hace poco, la posibilidad de ver el feed nuevamente de forma cronológica o bien de todas las cuentas a las que sigues (opción ‘Following’) o solo de algunas (opción ‘Favorites’). El feed principal (si no eliges una de estas dos opciones), eso sí, sigue usando un algoritmo personalizado.
3. Cuando se convirtió en una app de mensajería
Aunque ahora cueste de creer, los mensajes privados en Instagram no llegaron hasta diciembre de 2013. Sí, estuvimos más de tres años sin poder comunicarnos con otros usuarios sin que todo el mundo pudiera ver qué nos decíamos.
¿Querías quedar con alguien? Dejabas un comentario. ¿Querías ligar con otro usuario? Dejabas un comentario. ¿Que querías que una amiga mirara la publicación de otra persona? Dejabas un comentario. O se lo decías por WhatsApp o cualquier otra app de mensajería, claro.
Esta función de Instagram se ha hecho tan popular que incluso se ha convertido en tema de inspiración para cantantes, como cuando Lizzo canta el pegadizo “Somebody come get this man. / I think he got lost in my DMs, what? My DMs, what?” en su tema Juice de 2019.
4. Cuando llegaron los anuncios
La introducción de los anuncios en junio de 2015 marcó un antes y un después en la historia de la plataforma. A partir de entonces, las empresas podían animar a los usuarios a instalar aplicaciones, suscribirse a newsletters o visitar su página web.
No fue hasta tres meses después, en septiembre, cuando esa función dio un paso más y permitió a los negocios compartir vídeos publicitarios de hasta 30 segundos. Poco a poco, Instagram se consolidaba como una plataforma profesional y no solo de entretenimiento.
Dos años antes, ya había introducido por primera vez las publicaciones patrocinadas con las que empezaba a apostar claramente por esa deriva promocional por la que es tan atractiva hoy en día para aquellos y aquellas que trabajan en la industria del marketing.
Pero la incorporación de la publicidad, como puedes imaginar, también recibió críticas, algo que intentaron subsanar con la prohibición de los anuncios basados en intereses (pero sí basados en la edad, género y localización) dirigidos a menores de 18 años.
5. Cuando Instagram se profesionalizó
Instagram dio un paso más hacia su metamorfosis como herramienta profesional en agosto de 2014, cuando incorporó funciones para que las empresas pudieran usar métricas y analíticas para mejorar su presencia en la plataforma.
Casi dos años después, nacían las cuentas de negocio. Sin demasiado misterio, estas les permiten a las empresas presentarse como tal desde su perfil, crear anuncios directamente desde la app de Instagram o incluir direcciones y vías de contacto.
A mediados de 2020, y seguramente como respuesta a la transformación en los hábitos de compra que llegó con el COVID-19, la empresa introdujo las Tiendas de Instagram con las que poder crear un catálogo, incluir precios, enlazar a páginas individuales, promocionar productos directamente en los Stories...
6. Cuando los Stories lo revolucionaron todo
Y hablando de Stories, en su llegada en agosto de 2016, yo fui una de esas que lo vio como un movimiento desesperado de Instagram para asemejarse a Snapchat. Afirmé con rotundidad (y algo de descaro) que yo nunca los iba a utilizar, y ahora prácticamente no hago otra cosa que mirar las historias de las cuentas que sigo.
Esas fotos y vídeos con una caducidad de 24 horas también han ido evolucionando a lo largo de los años. Poco a poco, llegaron los Boomerangs y el Superzoom, las encuestas y los deslizadores emoji, las canciones y los filtros y hasta la universalización de los enlaces.
En septiembre de 2021, dijimos adiós a uno de los conceptos que se habían convertido en sinónimo de Instagram; un simple movimiento de mano que rápidamente asociábamos a las influencers. El famoso “Swipe Up” de los enlaces venía sustituido por un simple botón.
Y este mes de febrero, Instagram replicaba el clásico corazón para indicar ‘Me gusta’ de las publicaciones fijas también en las historias. Te habrás fijado que, desde hace poco, también puedes dar a ‘Like’ a los Stories además de compartirlos y de reaccionar con emoticonos.
Pero seguramente uno de los cambios que más han cambiado la forma en la que tenemos de usar esta red social es Instagram Live. Los directos llegaban en noviembre de 2016 y ahora no hay día que algún perfil que seguimos, famoso o no, decida retransmitirnos su vida en vivo.
7. Cuando se convirtió en una televisión
Para dejar atrás de una vez por todas esa plataforma de compartición de fotos como la que había nacido Instagram en 2010, la app incorporó IGTV. Desde junio de 2018, ya no estamos limitadas a subir vídeos de 1 minuto y nuestras posibilidades creativas se han disparado.
Como sabrás, esta función es una de las favoritas de los y las influencers, que la utilizan para crear contenido más atractivo y guardar los directos para que puedan ser recuperados más tarde. Pero su monetización no fue efectiva hasta mayo de 2020.
Ese mismo mes, Instagram estrenaba las guías, una especie de blog en el que puedes añadir fotos con un pequeño comentario. Me pasaría horas leyendo consejos para ser mejor ecologista, descubriendo nuevas librerías o viajando a través de recomendaciones culinarias.
Y en agosto, cinco meses después, llegaba otra función que pensaba que no necesitábamos: los Instagram Reels. Para eso, ya tenemos TikTok, decía. Yo, que solo entro a TikTok cuando comparten un vídeo conmigo. Y ahora, con más razón, pues puedo encontrar un contenido similar en Instagram, la red social que más uso.
8. Cuando se incorporó la traducción instantánea
En mi perfil personal, la gran mayoría de cuentas que sigo publican regularmente en un idioma que hablo. Pero también me interesa el contenido de otros usuarios que habitual u ocasionalmente lo hacen en otro que no comprendo, como pueden ser las activistas rusas de Pussy Riot o el escritor palestino Mohammed El-Kurd.
En los últimos años, Instagram ha incorporado funciones que me han hecho la vida más fácil, y entiendo que también se la han hecho a todos aquellos que, como yo, quieran expandir su mirada a otros círculos y realidades.
En junio de 2016, llegaba la traducción instantánea, mientras que la traducción de los textos en los Stories no lo hacía hasta el pasado mes de agosto. Igualmente importante ha sido la introducción de los subtítulos automáticos en IGTV (octubre de 2020), los Stories (mayo de 2021) y los vídeos del feed (marzo de 2022).
9. Cuando llegó finalmente la (aunque insuficiente) moderación
Instagram, como el resto de redes sociales, ha sido criticado en multitud de ocasiones por incitar el discurso del odio y permitir el bullying, los insultos y la discriminación entre usuarios. Por mucho que Elon Musk insista, esto no es libertad de expresión.
La plataforma perteneciente a Meta no ha desplegado demasiadas funciones para evitar el acoso de forma efectiva, pero sí que existen maneras de hacer que sea un espacio más seguro, tanto para los adultos como para los más jóvenes.
Además de poder bloquear a otros usuarios, desde mayo de 2018 es posible silenciar a personas que seguimos (y que no queremos dejar de seguir por el motivo que sea). En julio de 2016, por otro lado, llegó la posibilidad de moderar los comentarios que dejan en tus publicaciones; y en 2021, se introdujeron funciones para filtrar mensajes abusivos.
10. Cuando empezaron a vender nuestros datos sin nuestro consentimiento
Perteneciendo a Facebook, no sorprende que poco después de su adquisición se anunciara un cambio en los términos de uso del servicio, como mínimo, desconcertante. En diciembre de 2012, Instagram pasaba a poder vender tu contenido a terceros sin tu consentimiento y sin notificarte.
Un reciente informe de pCloud afirma que Instagram comparte el 62 % de datos de sus usuarios a agentes externos. La compañía aseguró, en su día, que eso no significa que venda tus fotos a agencias de publicidad sin tu permiso, pero sí que comercializa con tus metadatos.
Así, los anuncios que ves dentro y fuera de la app tienen mucho que ver con el uso que haces de Instagram, las cuentas que sigues, las fotos que te gustan, las ubicaciones que etiquetas y los Stories que compartes. Pero, al fin y al cabo, así funciona Internet hoy en día.
Hay formas de protegerse, como usar extensiones antirrastreo tipo Ghostery o con conexiones VPN tipo NordVPN o ExpressVPN, pero la mejor manera siempre será dejar de usarlo, y tú no estás dispuesto a dejar de usar Instagram, ¿verdad?